Alas para un reloj.

Tienes esa extraña habilidad. 
Paras el tiempo, paras mi tiempo. Lo detienes, lo congelas. Lo que dura un beso, un abrazo, una caricia, una mirada. El tiempo muere y sólo vivimos tú y yo, nuestros brazos, nuestros labios, nuestras manos, nuestros ojos. Pero, de pronto, ha volado. Como un pájaro, el tiempo pasa, demasiado rápido, abusando de esas alas que le das. 
Porque tú le das alas a mi tiempo, pensando en ti, vuela.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo