El cielo es tuyo.

El cielo, el mar, el Sol, y, sobre todo, la Luna. Todo es tuyo. Todo lo que quieras, todo lo que busques, todo lo que abarquen tus ojos, que son lo único que quiero que sea mío. Puedes tener todo lo que pidas, empezando por mí, terminando donde terminen las estrellas. Tienes el límite en aquel lugar donde las notas del piano dejan de tener sentido, donde el cielo termine, donde no podamos volar más allá. Y, si por algún casual, llegaras a encontrar ese lugar, aquel donde tu voluntad dejara de ganar, que sepas que yo estaré esperándote allí. Por si acaso el cielo, el mar o el Sol dejan de ser tuyos. Porque la Luna no. La Luna es tuya, como siempre.

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