A slice of seventeen.
Me acuerdo de los nervios, de las ganas, de las prisas. Me acuerdo de haber cogido el tren a Sol, y el Metro hasta Retiro, de correr por los pasillos de las estaciones con el corazón acelerado, y de subir las escaleras sin apenas poder respirar. Cuando llegué arriba, miré alrededor, porque no sabía por dónde podías venir, y miraba el reloj, cogiendo aire poco a poco, recuperando el pulso.
Y entonces apareciste, doblando la esquina, acelerándome la respiración, el pulso, las piernas y la mente, mientras el resto del mundo se ralentizaba. Eché a correr y echaste a correr, como en una carrera eterna, hasta encontrarnos abrazados, en silencio, respirando muy fuerte y muy rápido para recuperar el aliento frente a la Puerta de Alcalá. "Hola, hola" dijiste, mientras yo te abrazaba, te sentía, te respiraba.
Paseamos, cogidos de la mano como si no pasara nada. "¿Y si te cojo y te tiro a la fuente?" bromeaste, y te pedí que no lo hicieras, que había espinas alrededor y me daban miedo. Te reíste, y al lado de una fuente, nos paramos, abrazados, mirándonos a los ojos.
Y tengo los siguientes minutos grabados a fuego en mi cabeza, en mi corazón, mis labios y mi piel. Te acercaste, despacio, cerraste los ojos y cerré los míos. Sentí tus labios en mi boca, y toda yo paralizada. "Te quiero, te quiero, te quiero" pensé. Me besaste, despacio; nos besamos, despacio, con dulzura. Abrimos los ojos, sonreímos, nos abrazamos muy fuerte, nos reímos de pura felicidad. Volvimos a mirarnos, a sonreír, a besarnos, a abrazarnos. Y con un primer beso, escribimos el principio de la felicidad hecha cuento, y un cuento hecho realidad.
Te quiero.
Comentarios
Publicar un comentario