Amor de Oro.

Vivir es caminar, luchar, construir. Nadie dijo que fuera a ser fácil, pero tampoco nos han dado un manual de instrucciones, una guía o un mapa que seguir.

Lo que sí nos han dado son personas: que han estado siempre, que llegan de repente, que vienen y se van. Es gente que pasa por nuestra vida y deja una huella en nuestro camino, que supone una victoria en nuestra lucha y que levanta una columna para reforzar aquello que estamos construyendo.

El paso de los años, el sufrimiento y la alegría van moldeando lo que somos y lo que seremos. En ocasiones, un vendaval derriba toda una pared de golpe, y el trabajo que habíamos dedicado para edificarla se viene abajo. Otras veces, de repente, todo se vuelve más fácil, avanzamos más rápido, y parece que es el camino el que se mueve bajo nuestros pies sin apenas esfuerzo. Y casi siempre todo ello depende de un golpe de suerte o infortunio.

El golpe de suerte más grande que existe es el amor, de los demás y hacia los demás. De nada valdría recorrer el camino más bonito, vencer en la batalla más ardua o construir la vida más impresionante si no tenemos con quien compartirlo. La gente que nos rodea, nuestros amigos, nuestros padres y nuestra familia, asientan los cimientos sobre los cuales erigimos un presente y un futuro, y es el amor el que nos da motivos para querer recorrer ese camino de una manera especial, siendo mejores personas.

Una de las cosas más maravillosas que nos puede ocurrir es encontrar a alguien con quien valga la pena, no sólo compartir nuestros logros, sino caminar, luchar y construir juntos. Sin embargo, el amor no es fácil, y no puede serlo, porque nadie es perfecto. Querer a alguien sin defectos sería demasiado sencillo, pero la magia de todo esto aparece cuando queremos las luces y aceptamos las sombras de otra persona.

El amor nunca va a hacer una montaña menos escarpada o un océano más pequeño; el amor nos da razones para escalar esa montaña y cruzar a nado ese océano, nos da paciencia para soportar los caminos que recorremos solos, porque sabemos quién nos espera al final.

El amor es entender que la soledad es sólo física, que a pesar de todo, pase lo que pase, siempre tenemos a alguien a nuestro lado, una mano a la que aferrarnos cuando la batalla parezca perdida o cuando las columnas de nuestra vida se tambaleen. Y si perdemos la batalla, y si las columnas se derrumban, el amor nos da la fuerza que hace falta para continuar caminando, luchando y construyendo.

Compartir la vida con aquellos a quien se quiere nos impulsa a ser la mejor versión de nosotros mismos, a darnos por completo. Entonces la felicidad ya no sólo depende de nuestros propios pasos o de nuestras propias victorias, porque somos capaces de ver en la alegría de los demás nuestra propia alegría.

Hoy celebramos justo eso: el amor, como un tesoro dorado con los años, la felicidad ajena hecha nuestra, y mirar hacia atrás para ver un camino recorrido que ha sido largo, difícil y, sobre todo, compartido.

26.07.14


Sólo me queda decir dos cosas: felicidades y gracias, sobre todo gracias.
17.08.64 - 17.08.14

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