Yo, que nunca quise echar nada de menos.

He estado escribiendo sobre el amor, y qué cosa tan bonita. Releyéndome, no sé si describo lo que creo que es el amor, o lo que me gustaría que fuera.

Y lo intento pero no puedo. Lleva todo el día acechándome esta punzada de dolor y de repente se me hunde en el pecho.

Todas las noches duermo sin dormir, y sueño mucho, sin querer despertarme nunca.

Te echo de menos. Echo de menos tus veranos y tus estrellas, echo de menos los billetes de tren y mis hormigueos en la tripa. Echo de menos tus manos y mis manos. Echo de menos hundir mi nariz en tu cuello aunque no haga frío.

Echo de menos los nombres de las constelaciones que nunca me aprendí, tus buenos días, buenas tardes y buenas noches. Echo de menos tu cielo y tu aire, tu verde, el de tus ojos y el que te rodea.

Qué no daría yo por ser una de esas estrellas, por ser un trocito de tu cielo o un soplo de tu aire. Qué no daría por ser un poquito de  tu verde.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo