Microcuento: Mañanas.

Se vistió de rayos de Sol y salió a la calle a desayunarse el mundo. No existían zapatos que conocieran el rumbo que quería llevar, y caminó descalza. Fue el viento el encargado de (des)peinarle los rizos, y sus pulmones respiraron los versos que el amor recitaba en su cabeza. Le brillaban los ojos al reflejar la melodía de la canción que iba tarareando. 

Sin querer, se atragantó. Sus pies empezaron a teñir el suelo con lágrimas de sangre, y el pelo se le llenó de enredones. El poema dejó de rimar. En mitad de la canción olvidó la letra. 

Y si le dolía, apretaba los párpados y liberaba recuerdos en forma de pequeños suspiros que le rasgaban los labios.

Comentarios

  1. Qué bonita forma de transmitir amor y desamor en tan pocas palabras. Me ha gustado mucho, de veras. Un beso!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo