Querer y, ojalá, poder.
Soy poco más de lo mismo que el resto de la gente. Soy un quiero y no puedo. Soy un fardo un poco inútil que daría lo que fuera por hundir la negación en el fondo del mar.
Soy un pedazo de mundo que daría lo que fuera.
Daría lo que fuera por mecer tus penas en mis manos, por recordarte que no existen los fracasos pero sí el volverlo a intentar. Daría lo que fuera por regalarte algo de mi fuerza, si es que me queda. Daría lo que fuera por saber algo más, si necesitas ayuda, si necesitas hablar.
Daría lo que fuera por borrar las carreras de lágrimas por tus mejillas con mis dedos, por poder abrazarte más allá del dónde y el cuándo. Daría lo que fuera por matarte la tristeza a besos, por comprobar que te brillan los ojos, por callar el terremoto de tu furia con palabras. O en silencio, como tú prefieras.
Daría lo que fuera por quedarme a tu lado, por esconder mi alma en tu mesilla de noche, para que te cuide y calme. Daría lo que fuera por no sólo querer, sino poder y hacerlo.
Daría lo que fuera por un pedazo se felicidad, por una vista fugaz de los ojos que pones al reírte.
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