Y ahora, ¿cómo?
Cómo corre mi corazón, cómo grita, cómo llora, como tiembla. Cómo se pellizca a sí mismo esperando despertarse. Cómo se deja clavar mil alfileres, porque al final eso es lo que menos le duele.
Cómo me duelen esos momentos en los que antes siempre aparecías, como por arte de magia, y te llevabas todas las cosas malas. Cómo evaporabas las lágrimas, cómo lo llenabas todo de tu tranquilidad. Esos ojos tan bonitos no se pueden estropear llorando. Cómo sabías convertir un llanto de tristeza en un llanto de alegría.
Ya no sé si era más bonita tu tranquilidad o tu intranquilidad... La intranquilidad que me aceleraba el pulso cada vez que me perdía en tus ojos. Me perdía y tú te encargabas de encontrarme a base de besos.
Ahora lo único que tengo es una intranquilidad que no es tuya, y que tampoco cura tu tranquilidad. Tengo al corazón sollozando, sintiéndose como un pañuelo ajado.
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