Terremoto.

A veces te echo tanto de menos que, si pienso en cómo era tocarte, me tiemblan las manos. Me tiemblan las manos y la voz, y me tiemblan las piernas si pienso en encontrarte. Y si pienso en tus ojos... me tiemblan las lágrimas en los míos, antes de lanzarse decididas por el precipicio de mis mejillas.

Resbalan y empapan el terremoto en que yo me convierto sólo con recordarte... y echarte de menos. Resbalan y llegan a mi boca, y dejan salados mis labios y mis labios también tiemblan. Cómo tiemblan mis labios, mis manos, mis piernas, mis ojos, mi voz, cómo tiemblo yo toda entera hecha terremoto si se me ocurre pensar en cómo era besarte.

Mi alma... mi pobre alma tiembla tanto que se cae, y de tanto temblar y tanto caerse ya no se atreve a levantarse del suelo. Mi alma no quiere saber nada sobre nadie que no seas tú, sólo pide y susurra y solloza que pare tanto temblor. Mi alma te pide a ti.

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