Desórdenes.

Va, venga. Hoy me permito caer en la trampa. Aunque, como también me permito ser un poco cobarde, diré que es culpa tuya, que te has colado en mis sueños mientras dormía y se te ha olvidado marcharte después.

Mi ciudad favorita era cualquiera si se te enredaba en el pelo, y mi mano se enredaba con la tuya y mis días se enredaban en tus dedos. Y habría dado la vida entera por no salir de esa trenza que habíamos formado.

Y ahora la que se enreda en sí misma y no sabe escaparse soy yo. He aprendido que por los recuerdos bonitos que no van a volver es mejor pasar corriendo y de puntillas, pero hoy me he hundido en ellos hasta las rodillas. No sé si queriendo o sin querer, y lo mismo  me da.

Pero por favor, la próxima vez que no sepas dónde pasar la noche, recuerda que existe todo un universo fuera de mis sueños.

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