Dieciséis.

Caminé hacia atrás para coger carrerilla y saltar, pero se me fue de las manos y me encontré rodeada de recuerdos por los que hacía tiempo que no paseaba. Me has dado de lleno en el corazón, y tiembla y tiemblo, y mi vida es el terremoto en que tú la convertiste. Tú, que me encendías la mirada con los ojos, que convertías en oro cada segundo de mi existencia que tocabas.

Me he ido más al pasado de lo normal. Es dieciséis y tengo dieciséis. No soy consciente de lo que viene, de lo bonito y de la historia de terror que vendrá cuando termine. Todo lo que sé del amor me lo han enseñado los libros y las películas, todo es conocimiento teórico. Pero pienso en ti y me echo a temblar. Incluso me hace ilusión. Y ahí es cuando me doy cuenta de que todo va mal.

Cuesta abajo y sin frenos, me encuentro pidiéndote que entiendas que los errores existen, asegurándote que he aprendido, de sobra, que necesitar demasiado es malo. Contándote que he descubierto que puedo vivir sin ti, pero que prefiero no hacerlo. Callándome que igual no puedo olvidarte tanto si me acuerdo todos los días de ti. 

De repente es dieciséis de diciembre y tengo dieciséis años y una inseguridad y un miedo que sólo se me van contigo a mi lado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo