"Hasta aquí he llegado".

Últimamente digo mucho "ya basta". Pero, como la mayoría de la gente hace con todo, en este caso suelto mucho por la boca y luego no hago nada. En mi caso no hacer nada es seguir haciendo. Me mantengo en pie, quiero decir.

Cómo duele guardarse todo. Las palabras que no dices se te contracturan en la espalda y quieren obligarte a tomar asiento. ¿Y eso para qué? ¿Para ver cómo las cosas pasan? Pues mira, no. Tengo pinchazos en las lumbares pero prefiero seguir andando, a ver qué viene.

Y no es por falta de ganas. A veces creo que si las cosas dan tantos quebraderos de cabeza igual es porque es hora de abandonar. Pero es que entonces en mi cerebro aparece la voz de un profesor de matemáticas que te decía:

-¿Estás cansado? No te preocupes. Pinta una raya en el cuaderno y escribe "hasta aquí he llegado".

Y claro, tú tenías que seguir, porque te sentías el más cobarde y flojucho del mundo. Y aquí estoy, con la vida contracturada pero de pie y andando porque no me da la gana pintar esa dichosa raya.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo