Domingos deshechos.

Tengo ganas de romper a llorar, de abrirme el pecho de par en par y arrancar todo aquello que sobra, como las ganas de que estés aquí. Que hace unos días que me siento inútil, como un fantasma que no recuerda que puede atravesar paredes, y me siento idiota, como si reviviera un sueño que ya he soñado y acaba en explosión. Y a pesar de saber que en mis manos eres una bomba de relojería vuelvo a correr hacia ti. Al menos hasta que la luz me despierta.

Los domingos se inventaron para que yo te eche de menos mientras tú quién sabe lo que estás haciendo. El sentido común me recetó, por mi salud, mejor no saber. Ojos que no ven, corazón que llora un poco menos. La detonación de mis sueños me ha debido lanzar varios metros hacia atrás, me ha estrellado contra tu foto, me has agarrado la mano bien fuerte y ya no me he podido escapar. Ni despertarme ha bastado.

El consuelo se me ha deshecho como las flores rojas de papel guardadas en el bolsillo con todo lo que ha llovido desde que te marchaste, pero la necesidad que me mata no la matan los aguaceros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo