Betrayal.

La verdad, estoy un poco cansada. De estar sin ti, de querer estar contigo. De no querer dejar de quererte.

Pero es que hay veces que se me mueven un poco las alas. Aleteo, aleteo, aleteo; sin embargo nunca despego. Porque no quiero.

¿Alguna vez has sentido que algo te importa tanto que dejarlo ir es como traicionarte a ti mismo? ¿Igual que clavarte un puñal? Como si mientras intentas alejarte se te fueran cayendo gotas de sangre.

Qué voy a hacerle. Lo siento, me importas. Ya no se me caen gotas de sangre cada vez que intento alejarme, sólo se me para el corazón. Se encoge, se da la vuelta y te mira. Estás de espaldas y no me ves... ya nunca me ves.

Le obligo a darse la vuelta, a golpe de versos ajenos. Damos un par de pasos más, y empiezo a notar mi propio puñal, ese que me clavo a mí misma.

Ojalá irte fuera tan fácil como llamar a mi ascensor y esperar a que la puerta se cierre. Ojalá no hubieras dejado un trozo de tu risa en cada rincón de mi habitación. Ojalá no me importara traicionarme un poco.

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