Fantasmas.
¿Sabes? Ayer pasé al lado de aquella esquina de césped en la que aún perdura escrito nuestro "érase una vez". Estabas ahí sentando, una tarde de verano con una camiseta blanca a rayas. De repente, yo dije tu nombre casi temblando y sin atreverme a arrancar. "Que... que... que..." ¿Qué?, preguntaste. Y todo empezó otra vez, en una esquina de césped al lado de un Palacio de Cristal.
Luego, de pronto, se hizo invierno, y volví a verte un domingo por la mañana en una azotea desde la que se ve todo Madrid. Volví a sentir esa pequeña angustia de saber que tenías que irte a la vez que me daba cuenta de que nunca había sido tan feliz, porque me estabas besando. Mucho, mucho, muchísimo.
Te prometí que sólo subiría allí contigo, que no volvería a tener Madrid a mis pies sin ti. Y la verdad es que nunca me habían gustado menos esos tejados como ayer, contigo tan lejos en tantos sentidos. Tú a mí me prometiste que me besarías toda la vida... pero ahora no puedo saber a qué te saben los labios.
Luego, de pronto, se hizo invierno, y volví a verte un domingo por la mañana en una azotea desde la que se ve todo Madrid. Volví a sentir esa pequeña angustia de saber que tenías que irte a la vez que me daba cuenta de que nunca había sido tan feliz, porque me estabas besando. Mucho, mucho, muchísimo.
Te prometí que sólo subiría allí contigo, que no volvería a tener Madrid a mis pies sin ti. Y la verdad es que nunca me habían gustado menos esos tejados como ayer, contigo tan lejos en tantos sentidos. Tú a mí me prometiste que me besarías toda la vida... pero ahora no puedo saber a qué te saben los labios.
Comentarios
Publicar un comentario