De peonzas, norias y vidas que giran.
Creía que lo había olvidado, pero no. La vida es una -maldita o no, depende- peonza. Gira y no frena, y tal vez en ese instante de derrumbe te estás perdiendo el viraje que esperabas.
Vuelvo a subirme a esta noria, sin poder evitar pedirle por favor que se mueva rápido. Nunca sabes a dónde te va a llevar la vida, ni a dónde te va a devolver. Tengo pedazos de esperanza alterando la estructura de mi hemoglobina, y por eso a veces siento que no respiro. Pero la vida, por fin -espero-, vuelve a estar en marcha.
En la calle el viento sopla y las hojas de los árboles vuelan como tal vez nunca soñaron que lo harían. Y míralas ahora, surcando el cielo en revoloteos impredecibles. Tan impredecibles como mi noria, aunque no pueda parar de pedirle, una y otra vez, el mismo deseo.
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