Oleaje.

Primero me dejas y, ahora, coges y vuelves en sueños. Buscas el roce de mi mano, buscas un abrazo, buscas mis ojos. Me buscas y lo último que quieres decir es adiós. Si cierro los ojos, aún siento tus dedos enredados en mis dedos y tiemblo un poco.

Entonces, el despertador dice que deje de dormir, yo le digo que no quiero y tú dices que me quieres. Y me desarmas.

Yo, que empezaba a jugar con el vaivén del mar sobre la orilla, siento cómo la ola más fiera me encuentra con la guardia bajada y me derriba. Yo, que empezaba a disfrutar de la sal en mi piel, tengo la boca llena de arena. Y de ti.

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