La excusa del frío y la ventana abierta.

He abierto la ventana, olía a ti y no he encontrado en mi cuerpo ni un poquito de valor para volver a cerrarla.

Olía a frío, a aire limpio -lo más limpio que Madrid nos permite-, a mañanas abrigadas, a mi nariz congelada buscando refugio en tu cuello. A tu risa. 

Aunque esta temperatura tan baja empieza ya a dolerme, aunque sienta en los dedos punzadas congeladas, la calle huele a ti y no quiero alejarme de ese olor nunca. Aunque cambie mis manos por carámbanos de hielo, aunque la sangre se me transforme en escarcha, aunque me cueste escribir porque aún tirito, aunque tu recuerdo se me haya metido tan dentro que ya da igual si me incendio, que este frío no se me va...

En realidad, tal vez no hayas llegado de repente como una ventisca. La verdad es que no te vas de mi cabeza, no dejas de hacer temblar mis huesos nunca. Posiblemente esta ventana abierta es sólo una manera de repetir que una parte de mi corazón se niega a dejar de esperar, y que me acuerdo de ti a todas horas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo