Frío.
Por fin, llega el frío. Por fin saco el edredón del armario y me envuelvo con él. Por fin me acurruco con mantas en el sofá. Por fin hay una excusa para abrazar. Por fin, dentro de poco, llegará diciembre, el mes más bonito del todos. Por fin, Navidad, Love Actually, All I want for Christmas is you. Por fin diecisiete, por fin tres, por fin mis manos frías en el bolsillo de tu abrigo. Por fin, rosas.
Y al final... te esfumas.
No todas las flores resisten todos los inviernos. A veces los cristales se empañan y dejan de ser transparentes. Y este año tú no vas a abrazarme. Las calles de Madrid estarán atestadas de gente y tú no vas a vaciarlas. Este año mis manos tendrán que conformarse con unos guantes, a ver si hay suerte. Este año no hay tres, hace mucho dejamos de contar diecisietes.
Hay días que parece que te estás yendo, y de repente vuelves, como un vendaval. Te cuelas en mis sueños, me despiertas. Me golpeas el alma y la dejas sangrando otra vez. Hasta se me escapa otro "no, por favor, no puede ser, no quiero".
Vuelvo a enfrentarme a mi yo roto. Vuelvo a intentar juntar los trozos. Vuelvo a temblar, deshecha.
Convence tú a mi alma de que ya no vuelves más porque yo no lo consigo. Cuéntale tú que "hasta siempre" significa "hasta algún día en que todo vaya mal". Ahora que viene el frío, explícale tú a mi nariz congelada que ya no está tu cuello caliente para cobijarla.
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