Stand by (me).

Siento una presión muy fuerte en el pecho. Como claustrofobia y necesidad de encerrarme a la vez. Como la necesidad de un abrazo muy fuerte y de estar completamente sola al mismo tiempo. Como si sólo el silencio pudiera consolarme pero mi corazón exigiese unas palabras amigas. Como unas ganas de llorar tremendas, como si fuera a otro ritmo que el resto del mundo. A veces demasiado rápido, otras demasiado lento.

No sé ni por qué ni qué hacer.

No puede sonar la música. Una canción sobre la felicidad sonaría demasiado absurda, y una canción con palabras demasiado acertadas podría desencadenar una tormenta. Igual sólo quiero un silencio aplastante, y me molesta el susurro del aire cuando alguien respira, o el ruido de los coches en la calle. O los pasos de la gente a mi alrededor. O el murmullo del mundo funcionando.

Últimamente pasa mucho. Me quedo en stand by mientras todo sigue en marcha, y cuando de pronto siento la necesidad de alcanzar todas las cosas que se me han adelantado, corro hasta quedarme sin fuerzas y no basta. Hoy no tengo ganas de correr, hoy prefiero quedarme sentada y que sea el mundo el que venga, pero sin acercarse demasiado. Que se quede a una distancia prudente y espere a que a mí me apetezca continuar viviendo. Me apetece ser egoísta. Me apetece un abrazo que me deje sin respiración.

Me apeteces. De sobra sabes que me apeteces. 

Pero tal vez sólo se deba a mi extraña sensación de que podrías curarme todo lo malo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo