Puzzle.
Poco a poco algunas piezas estaban volviendo a encajar. No se habían movido, pero mis cóncavos y convexos ya no eran los mismos y había que recolocarlo todo.
Despacio, el pequeño puzzle estaba cobrando sentido de nuevo. Cada contorno reconocía su complementario y se acercaban hasta tocarse, y cuando se tocaban se abrazaban. Por fin. Las piezas que se ensamblaban conmigo, a su vez se ajustaban con otras, y éstas con mi puzzle otra vez.
Y ahora de repente, algunas cosas se tambalean a mi alrededor. Alguien ha sacudido la mesa y me cuesta mantenerlo todo unido. Igual es sólo para terminar de posicionarse, de encontrar su lugar exacto, pero cómo duele notar que parece que no quieren tocarse, mucho menos abrazarse. Hasta cuando pretendes ayudarlas es como si se alejasen un poco más.
Comentarios
Publicar un comentario