Yo contigo.
Era octubre, de noche y estábamos solos. Me envolvías con tus brazos, y mi mundo se acababa ahí; tampoco necesitaba más. Ojalá no necesitase más ahora.
Tenía para ti un marco de colores y una foto tapada con post-its que decían que te quería -quiero- mucho. Tampoco eso ha cambiado nada desde entonces.
Y me besaste, me abrazaste más. Y medio temblorosa te dije que te amaba -amo-, y me salió tu nombre como un terremoto y cinco palabras. Y los ojos te brillaron. Y volviste a abrazarme, y a besarme, y me dijiste que me querías. Ojalá eso no hubiera cambiado desde entonces.
Igual ni te acuerdas, igual ni sabes de qué hablo, pero yo creo que pocas veces he sido más feliz que en ese instante. En ese momento había un presente envuelto en tus brazos y un futuro que me llenaba de nervios, y ganas, y amor.
Nunca el mundo ha sido para mí tan pequeño y tan grande a la vez como en momentos como ese. Tal vez, un febrero frío al calor de las cosquillas. Tal vez, abrazos con mucha piel.
Ojalá me conformase sólo con que te acordaras y supieras de que hablo. Sin embargo, con lo único con lo que podría conformarme sería con que quisieras repetirlo, todos los días.
Comentarios
Publicar un comentario