La metáfora de mi vida.

Érase una vez, una niña con una rosa. Era una flor hermosísima, y por eso la muchacha la colocó allí donde pudiera verla a diario, la mimaba y le cambiaba el agua todos los días. La rosa brillaba con un color rojo precioso, pero la niña no podía quitarse de la cabeza la idea de que pronto empezaría a marchitarse.

A pesar de ello, siguió mimándola igual que siempre. Incluso agonizante, era la flor más bella que jamás había visto y sabía que nunca encontraría otra que le robase el corazón de la misma forma. Incluso alicaída y con los pétalos ennegrecidos, se resistía a verla morir.

Ella se convirtió en la chica que cambiaba el agua a las rosas aunque estuvieran prácticamente muertas, y se dio cuenta de que la metáfora siempre había sido la historia de su vida.


"Ninguna causa está perdida mientras quede un insensato dispuesto a luchar por ella
Piratas del Caribe: En el fin del mundo.

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